¿Cómo medimos el desarrollo?

Podemos entender como desarrollo la mejora constante de las condiciones de vida de las poblaciones. Los elementos considerados como necesarios para el desarrollo cambian históricamente incorporando un número creciente de dimensiones a este análisis.

Probablemente la medida del desarrollo más extendida a nivel mundial es la promovida desde una perspectiva economicista; el PBI (Producto Bruto Interno). Dicho indicador considera el el valor total de los bienes y servicios producidos en un país determinado generalmente durante un periodo de un año. Esta medida debe dividirse entre los habitantes de cada país conformando el PBI per cápita.

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A pesar de su uso extendido es sumamente incompleto ya que no permite acercarse al modo de vida de la población.

Crecer económicamente no necesariamente significa desarrollo como bien puede apreciarse en el caso de varios países africanos que vieron crecer drásticamente su PBI al mismo tiempo que las condiciones de vida se deterioraban por los efectos de la extracción del petróleo como es el caso de Nigeria. Vale decir que el hecho de que crezca la capacidad de un país para producir dinero no implica que mejore su capacidad para distribuirlo.

Para evitar este problemas en el seno de Naciones Unidas surge el Índice de Desarrollo Humano (IDH) que analiza tres dimensiones del desarrollo: la económica, a través del ya mencionado PBI per cápita, la sanitaria y la cultural. En el aspecto sanitario el indicador básico es la esperanza de vida calculada como un promedio de las edades de defunción del último año. La cantidad de años vividos por cada habitante depende de factores como el acceso al agua potable, seguridad alimentaria, sistemas de salud inclusivos entre otros.Screenshot_20150925_110303

El aspecto cultural se estudia a partir de dos indicadores básicos: la alfabetización (porcentaje de adultos capaces de leer y escribir) y la escolarización (porcentaje de niños y jóvenes en edad escolar que efectivamente asisten a centros educativos). Si bien a través del IDH se puede lograr un acercamiento más real a las condiciones de vida de la población muchos autores lo consideran incompleto. En los últimos años se le han ido agregando variables al análisis como la desigualdad y las cuestiones de género y raza. Independientemente de ello al tratarse un indicador nacional esconde las grandes diferencias internas existentes en cada país y ciudad.

Con la llegada del nuevo siglo otro temas han ingresado a la discusión en torno al desarrollo. El tema ambiental es sin duda uno de los más relevantes. Desde esta perspectiva se pone en duda la validez de un desarrollo que comprometa el estado de los recursos que lo sustentan llegando en alguna posturas a afirmarse la necesidad de un periodo de decrecimiento económico.

Varios indicadores han sido aportados por esta perspectiva, desde el cálculo de emisiones de dióxido de carbono hasta mediciones de la calidad del aire, contaminación sonora, etc. Pero uno de aportes más interesantes por su extensión y su comprensión del aspecto global de nuestras sociedades es el de huella ecológica. La huella ecológica es básicamente el territorio necesario para producir los recursos que consume una sociedad. Las sociedades altamente industrializadas consumen varias veces más recursos que las de menor desarrollo, muchas veces utilizando los recursos de estas últimas.

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Una medida del desarrollo que considera la cuestión ecológica es el Índice de Planeta Feliz, creado por economistas británicos. Este tiene en cuenta la huella ecológica, la esperanza de vida y especialmente el grado de satisfacción de las personas con su vida. Esta cuestión desatendida por la mayoría de los cálculos oficiales debería ser una de las centrales. Varios de los países considerados como lideres en PBI como en IDH tienen altos tasas de stress y suicidios dentro de sus poblaciones, ¿es deseable ese desarrollo? Un país en el mundo ya respondió a esa respuesta oficialmente desde el año 1999: Buthan. Este reino enclavado en el Himalaya ha creado el Índice de Felicidad Nacional, encomendando inclusive su vigilancia y mejoramiento a ministerio gubernamental. Recientemente desde el Estado Plurinacional de Bolivia se han producido acercamientos con el Estado asiático con el fin de aprender de su experiencia en este sentido.

Más allá de la cuestión de los cálculos, los ranking y los mapas que surjan el modo en que midamos el desarrollo determinará las políticas seguidas para conseguirlo y el modo de sociedad que logremos.

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