Agronegocios

Los agronegocios representan una nueva forma de organizar los procesos de producción distribución y consumo de alimentos a nivel mundial. La misma tuvo sus inicios en la mitad del siglo pasado en base a la revolución verde que incorpora la lógica de organización capitalista industrial a los espacios rurales favoreciendo la homogenización de los paisajes con énfasis en al aumento de la productividad. Se destaca como elemento fundamental del proceso la incorporación de empresas transnacionales en la toma de decisiones acerca de qué, cómo y para qué producir, formando grandes oligopolios de influencia mundial. Se debilita la relación entre la cultura y la producción de alimentos. Los territorios del sur participan dentro de la nueva división del trabajo como proveedores de bienes naturales fundamentales para la expansión como por ejemplo tierras para el avance de la frontera agrícola.

Se ha planteado que como eje de la discusión respecto a los agronegocios que el incremento en la producción de alimentos es la solución a la problemática alimenticia que enfrentan los espacios menos desarrollados del planeta. No se cuestiona el modo en que se distribuyen los mismos. La cadena de agronegocios se basa «la uniformización de los procedimientos y tecnologías, la especialización productiva y la homogeneización territorial.» 1Achkar, Domínguez, Pesce (12:2008).

Es así que se privilegian los territorios eficientes, es decir, aquellos donde el capital inicial invertido por las empresas puede reproducirse con mayor velocidad. Para ello es necesario el maximizar la producción disminuyendo los costos de la misma. Dentro de esta lógica productiva el modo agrícola tradicional es calificado como atrasado, ineficiente y poco productivo.

Las corporaciones controlan la producción incidiendo cada vez en más aspectos de la misma. La investigación científica sumada a la capacidad para incidir en la legislación sobre propiedad intelectual le ha permitido a las empresas generar valor a partir bienes libres como de la diversidad biológica mediante la modificación de los mismos y su patentamiento. Ejemplo de ellas el control del comercio de semillas; en el que 10 empresas controlan el 50% del mercado mundial. Controlando la investigación las empresas aseguran la dependencia de los agricultores en un rubro clave, limitando a su vez las posibilidades de competencia mediante el patentamiento privativo. El dominio no se cirscuncribe únicamente a la producción de semillas y sus paquetes tecnológicos respectivos sino que se expande crecientemente a todos los eslabones de la cadena mediante fusiones empresariales de integración horizontal y vertical.

En lo respectivo a las semillas el foco en la producción cerealera se extiende ahora al ramo de las hortalizas siempre de la mano de tecnologías generadoras de dependencia como los transgénicos y las semillas «terminator». El grado de homogenización de alcanzado en el campo a través de los monocultivos los hace altamente vulnerables a los ataques de plagas por lo que los agrotóxicos son una rama del negocio imprescindible para su funcionamiento. Al igual que en el rubro anterior se aprecia una marcada tendencia al monopolio las diez empresas lideres responsables del 85% del mercado en base a fusiones y políticas de absorción de la competencia. Aquí las corporaciones adquieren mayor visibilidad debido a los problemas ambientales generados por su actividad.

Las multinacionales participan además en la producción y comercialización de alimentos utilizando para ello elaboradas estrategias de marketing con el fin de crear pautas culturales homogéneas que permitan mejorar la eficiencia a la hora de colocar el producto en el mercado. En el sector dominan las companías de origen estadounidense que se expanden territorialmente adquiriendo companías locales y manteniendo sus productos ya aceptados dentro de los procesos de integración horizontal Monsanto representa el paradigma para la actividad agrícola. El gigante corporativo ha extendido su actividad gracias a la compra de empresas competidoras , asegurándose la entrada a nuevos mercados y el monopolio absoluto en su sector de actividad. En lo referente a integración de tipo vertical el modelo lo marca Cargil encargándose de los procesos de producción, transporte y servicios técnico – financieros al productor. Su actividad abarca más de 100 países actualmente.

La expansión mundial de estas empresas se produce mediante la creación de territorios ancla; a partir de los cuales se difunde la nueva forma de organización a los espacios cercanos. Por ejemplo Monsanto abastece a toda la región de la cuenca del plata desde Argentina y Brasil. Para ello los megaproyectos de infraestructura de transporte como la hidrovía representan un punto clave en la estrategia. Otro modo de expansión territorial lo marca Du Pont mediante la implementación de las S.I.P. (soluciones integradas al productor) desarrolladas a partir de la articulación de la empresa con agentes locales creando programas de capacitación y asesoramiento en las zonas más productivas del territorio. Esta modalidad tiene amplia difusión en Argentina y es el equivalente al toyotismo para la producción agrícola. DuPont recientemente se asocia a British Petroleum en la producción de biocombustibles. Cargill que también opera en Latinoamérica es responsable del boom sojero pero también se relaciona con la exportación de otras materias primas ocupa invierte fuertemente en infraestructuras que faciliten el comercio.

En la distribución de alimentos el líder mundial es Wall Mart fundando su éxito en la creación de hipermercados ubicados en las metrópolis estandarizando el empaque y la venta a partir del marketing para direccionar el consumo. La localización de los centros se realiza en las grandes ciudades de estructura demográfica joven y con alto nivel económico. Los espacios resultantes son impersonales y anónimos. La megaempresa procesa con marca propia el 40% de los alimentos que vende por lo cuál tiene una incidencia directa en la cadena de agronegocios.

b) La postura de las empresas. Varios son los argumentos que utilizan las empresas para justificar su accionar. Uno de los que se repite con más frecuencia es el aumento de la población y la necesidad de producir mejores alimentos reduciendo el uso de los recursos; «Comprendamos el reto del mañana. Para el 2050, de acuerdo a los expertos de las Naciones Unidas, nuestro planeta deberá duplicar el nivel de producción de alimentos para poder alimentar una población anticipada de 9.300 millones de personas» Monsanto. Syngenta maneja argumentos similares, también se hace hincapié en la conservación de la biodiversidad: «A medida que la población crece más espacio salvaje es usado para la agricultura, como protegemos la biodiversidad. Menos agricultura – Mayor productividad» Ideas similares se aplican a la conservación del agua. Monsanto también afirma que su modelo agrícola es parte de la solución frente al cambio climático gracias a la producción de etanol.

En todos los casos aparece la intención de la empresa de ayudar a los campesinos en los países en desarrollo a mejorar sus métodos para producir alimentos incluyendo mayor tecnología. ADM líder en la distribución de alimentos incorpora a los argumentos mencionados la integridad de la cadena de producción, muchas veces cuestionada por las condiciones laborales y ambientales que se detectan en los proveedores de materia prima que operan en los países del sur (especialmente en la producción de cacao). En las marcas comerciales lo destacable es la producción de alimentos «saludables» como parte de las políticas empresariales. A modo de ejemplo «buena comida, buena vida» y «alimentando tu salud» son los slogan de Nestlé y Danone respectivamente.

c) La idea de que el modo actual de producir resolverá los problemas nutricionales del mundo olvida varios detalles importantes de la cuestión. En ningún momento se menciona el modo en que se distribuyen los alimentos ni para que se usan, a ecuación más alimentos para más población se realiza en términos globales sin atender las disparidades regionales. La tendencia al aumento en el consumo de carne y al uso de biocombustibles en los espacios desarrollados y emergentes son alternativas más rentables para las empresas que destinar su producción a los sectores con verdaderas carencias alimenticias. Solo en América Latina «el 15,4% vive en pobreza extrema e indigencia, cifra equivalente a 81 millones de personas que no acceden a alimentos en cantidad y calidad necesarios para abastecer la dieta alimenticia básica, en una región productora y exportadora de alimentos.» Achkar; Domínguez; Pesce (26:2008)

Los alimentos producidos tampoco contribuyen necesariamente a una mejora de la salud: En 2002 se podía leer en el Boletín de la Organización Mundial de la Salud: “Se estima que de aquí a 2020 dos tercios de la morbilidad en todo el mundo serán atribuibles a enfermedades crónicas no transmisibles, en su mayoría claramente vinculadas con el régimen alimentario. El paso hacia una alimentación que incluye más productos refinados, alimentos de origen animal y grasas desempeña un papel importante en la epidemia actual de obesidad, diabetes y enfermedades cardiovasculares, entre otras afecciones no trasmisibles» Le Monde Diplomatique (93: 2008). Tanto Danone como Nestlé utilizan grandes recursos en publicidad para captar a un público de alto poder adquisitivo a edades muy tempranas de modo de asegurar la lealtad a la marca. La ayuda a los agricultores es otro punto a criticar, «en la mayoría de las regiones existen variedades adaptadas localmente que se cultivan desde hace varias generaciones y que crecen en incluso en condiciones climáticas adversas. Sin embargo, justamente en estos países existen múltiples pedidos de patentamiento. La sospecha es inevitable: primero las empresas acaparan el mercado con ofertas económicas o directamente regalando semillas, para que luego, tras haberse adaptado a los nuevos cultivos, los agricultores terminen dependiendo de nuevos obsequios» Werner; Weiss (141:2004). El cambio de las formas agrícolas «ineficientes» implica muchas veces el desplazamiento de los ecosistemas y la población campesina originaria o la contaminación de los recursos. El paquete tecnológico necesario para la producción excluye a gran parte de los campesinos de áreas en desarrollo favoreciendo la concentración de la tenencia de la tierra.

El paisaje resultante generalmente es un monocultivo que obviamente no cumple las mismas funciones ambientales, no absorbe la misma cantidad de carbono que el ecosistema, provocando un balance negativo. Por lo tanto la idea de que la producción de biocombustibles en base a monocultivos de soja y maíz tiene efectos positivos sobre el cambio climático es en el mejor de los casos discutible. Cabe recordar además que para producir los granos que se convertirán en biocombustibles se utilizan grandes cantidades de petróleo para agrotóxicos y maquinaria.

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